Los terribles dos años
Muchos de nuestros papás de MamáQueca aún tenéis bebés pequeños y quizá este post no sea de vuestro interés aún. Otros sois padres de hijos mayores y sabéis gestionar y salir airosos de los problemas con los que se encuentran los padres primerizos cuando de repente se topan con los ya conocidos como: terribles dos años. Es para ellos, a esos padres nos dirigimos, porque sabemos lo que cuesta educar a los niños cuando llegan a esta edad.
Pues bien… efectivamente cuando los niños llegan a la edad de los dos la vida familiar suele pasar por un momento complicado porque el cambio no sólo afecta al propio niño, sino a todos quienes le rodean. Alrededor de los dos años nuestros hijos pasan de ser bebés a ser niños, todo cambio en la vida del ser humano produce vértigo por eso debemos “entender” que para los niños este momento no es fácil. De hecho, muchas veces de forma divertida se dice que se trata de la primera adolescencia.
Y ¿a qué nos enfrentamos durante este largo año o incluso más? (en ocasiones se extiende hasta bien entrados los tres): retos, frustraciones, llamadas de atención y, por supuesto, continuas rabietas. A nuestros hijos les gusta saber hasta dónde podemos llegar, nos retan cada día sin que nos demos cuenta. Llaman nuestra atención porque ellos se consideran los reyes de la casa y así mismo se consideran ya muy mayores para poder hacer las cosas “solitos” y si no lo consiguen se cabrean. Si no cedemos, o les intentamos ayudar cuando ellos no quieren, o no les hacemos caso en un determinado momento podemos llegar a la temida rabieta que puede ser tremendamente molesta.
Para gestionar las rabietas debemos mantener la calma para ello es bueno que entendamos que los niños a estas edades se rigen por instintos emocionales, si intentamos razonar con ellos en estos momentos no lo van a entender. Debemos guardar la calma y, una vez pasada la tempestad, hacerles entender sus propias emociones.
Es muy importante que para evitar este tipo de situaciones tan complicadas para los padres no perdamos los papeles, no discutamos entre nosotros y sobretodo intentemos pasar un tiempo en exclusiva con nuestros hijos. Un tiempo en el que sólo estéis tu hijo y tú y además hagáis lo que él quiera dentro de unos límites: jugar, pintar, pasear o simplemente acariciarle para hacerle sentir importante, único y querido. Todas las rabietas y, en general, esta complicada etapa, se pasará mejor con mucho cariño, y no hay mejor mimo que el de una madre o un padre.
Desde MamáQueca os iremos informando si vemos actitudes fuera de lo normal en vuestros hijos e intentaremos que el tiempo que pasen en la escuela lo disfruten aprendiendo a hacerse mayores a través del juego con los demás.
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